Hace ya tiempo que tenía ganas de comentar una noticia que me produce una sonrisa un tanto cínica. Siguiendo la estela dejada por el gobierno de Italia, el resto de gobiernos europeos -incluido el nuestro- ha decidido iniciar una práctica que, en el ámbito de la contabilidad, definiríamos como Contabilidad Creativa.
¿Qué es Contabilidad Creativa?
Podríamos decir que consiste en el arte de reinterpretar los datos existentes de forma que nos resulten más beneficiosos.
Pongamos, por ejemplo, que la empresa X, dedicada a la venta ambulante de judías, decide enviar de vacaciones a algunos de sus operarios. Podría por supuesto contabilizar esto como un pago en especias a su personal, pero eso implicaría que los afortunados trabajadores tendrían que declarar el viaje como un ingreso.
Para evitar este escarnio, el contable de la empresa X, el Sr. Creativo, decide contabilizar que el viaje va a servir para que sus operarios aprendan técnicas de venta de judías en ultramar, así que opta por considerar que es un gasto formativo y….
¡Zas! Los sonrientes operarios ya no tienen un ingreso que declarar.
¿Contabilidad Creativa o Fraudulenta?
Para definir en qué punto la contabilidad creativa se vuelve fraudulenta, hay que observar en qué momento un cambio de criterio causa una variación en la información, que perjudica la veracidad de la misma.
Dar dinero para la orla de tu hijo y contabilizarlo como publicidad puede llegar a justificarse si consigues que se mencione tu nombre comercial. Contabilizar un pago en especies, como un gasto de formación, para ahorrarle impuestos a un trabajador, sin duda es un fraude.
Pero claro, ¿podemos considerar fraudulenta una contabilidad que siga los principios de la contabilidad nacional? Si los gobiernos pueden contabilizar actividades ilegales dentro del PIB y hacerlo en base a encuestas por no tener datos reales… ¿podemos los ciudadanos hacer lo mismo?
Dentro de un par de semanas me llevaré a mi hija a Euro Disney. Ella va a pasárselo bien, ¿pero yo? Yo sólo voy a aprender idiomas…