Costes fijos y costes variables de una empresa
¿Para qué sirve establecer los costes fijos y variables de una empresa?
Los costes de una empresa (y en realidad de cualquier actividad que tenga costes) se pueden clasificar en costes fijos y variables, según su relación con la actividad productiva de la empresa.
Hay dos razones fundamentales para querer tener claros qué costes son fijos y cuáles son variables:
– Para fijar el precio de venta, y
– Para elaborar un presupuesto anual que nos permita conocer la situación económica de la empresa tanto actual como a corto plazo.
¿En qué se diferencian los costes fijos y los costes variables?
Hablaremos de costes fijos cuando se trate de costes que no varían de forma significativa en función de la actividad productiva de la empresa, y de costes variables cuando sí lo hacen.
Algunos sencillos ejemplos de costes fijos y variables:
Costes Fijos Costes Variables
Alquiler del local Productos o Materias primas
Sueldos del personal Trabajos subcontratados a terceros
Seguros Desplazamientos
Si tengo dudas… ¿Cómo saber si un coste es fijo o variable?
En algunos casos puede resultar difícil saber si un coste es variable o fijo. Un buen ejemplo de este problema es el suministro eléctrico, ya que puede variar en función de la actividad y de la producción de la empresa.
La respuesta es sencilla: depende de la actividad en cuestión. En un despacho, por ejemplo, el suministro eléctrico es claramente un coste fijo, ya que el despacho está abierto independientemente del índice de actividad. Si, por el contrario, hablamos de una fábrica, es bastante evidente también que es un coste variable ya que, a mayor producción, más máquinas en funcionamiento y, por lo tanto, más consumo.
En casos como el de un hotel puede resultar algo más complejo, porque es evidente que el hotel muestra un aumento en su consumo eléctrico cuando está lleno, como corresponde a un coste variable. Pero aun así, buena parte de las instalaciones del hotel deben estar en funcionamiento aunque el hotel esté prácticamente vacío, por lo que, sigue habiendo un consumo eléctrico (aunque menor), lo cual corresponde a un coste fijo.
Si contamos con un sistema minucioso de gestión, quizá nos interesa considerar que hay una parte del suministro eléctrico que constituye un coste fijo, y una parte que constituye un coste variable.
En la mayoría de los casos, no obstante, la variación en la información final que vamos a obtener con esta clasificación no es suficiente como para que nos requiera tanto detalle, por lo que podemos limitarnos a considerar que, si la variación es muy grande (respecto al importe total del recibo), se trata de un coste variable, mientras que si es pequeña, se trata de un coste fijo.